Commentary: Yuk Hui, un filósofo de exportación

En los últimos veinte años, China no solo exportó bienes de consumo a cada rincón del planeta sino producciones culturales que expandieron nuestro conocimiento sobre el gigante asiático. Del director Wong Kar-wai (Happy Togheter) a los blockbusters de Frant Gwo (The Wandering Earth), del escritor de ciencia ficción Cixin Liu (El enigma de los tres cuerpos) al ganador del Nobel Xingjian la industria cultural china da cuenta de su propio devenir como potencia económica y su peculiar mirada de la geopolítica global. En mayor o menor medida estas producciones narran la “Reforma y apertura” de Deng Xiaoping –quien lideró la liberalización de la economía–, la nueva hegemonía blanda china y la feroz competencia tecnológica con Occidente. Con “La pregunta por la técnica” (Heidegger, 1954) como horizonte, y una reivindicación no-reaccionaria de lo local, el filósofo chino Yuk Hui se lanza a la exploración de la diversidad y la fragmentación como prácticas políticas (o cosmopolíticas) ante una monotecnología de raigambre occidental que subsume el mundo al cálculo y la dominación de la racionalidad europea.

Yuk Hui es un fiel hijo de nuestro tiempo, estudió ingeniería informática y filosofía en la Universidad de Hong Kong y en Goldsmiths College en Londres. Fragmentar el futuro. Ensayos sobre la tecnodiversidad (Caja Negra Editora, 2020), su primer libro traducido al castellano, se compone de siete ensayos que retoman las principales discusiones de sus producciones anteriores. En The Question Concerning Technology in China (2016), indaga en la tecnodiversidad como la posibilidad para comprender la tecnología por fuera del código que la impulsa como un universal antropológico, una línea de llegada que todos los pueblos deberían aspirar cruzar. Mientras que en Recursivity and Contingency (2019), explora la fusión de lo artificial y lo natural que habilitó la cibernética. Ambos proyectos encuentran su síntesis en “Máquina y ecología” el capítulo central de Fragmentar el futuro.

¿Podemos comprender la tecnología sin cegarnos por su funcionalidad? ¿Cómo ampliar la reflexión sobre los modos de vida que habilita? ¿Qué comprensión filosófica exige la aceleración tecnológica? Para responder estas preguntas, Yuk Hui indaga en las cosmologías locales como vía de acceso a una tecnodiversidad que desarrolle tecnologías y epistemologías alternativas a la tecnociencia occidental que se erigió como patrón universal. La historia de la colonización, modernización y globalización, señala Hui, dieron origen a una cultura monotecnológica en la que “la tecnología moderna se vuelve la principal fuerza productiva y determina en gran medida la relación entre seres humanos y no-humanos, el ser humano y el cosmos, la naturaleza y la cultura”. La cultura monotecnológica es la mundialización del pensamiento europeo-occidental (su incrustación en el código cibernético), cuyos problemas conducen al agotamiento de los recursos naturales y la degradación de la vida. En este sentido, la China contemporánea representa un rutilante triunfo de la episteme occidental.

Para Hui estamos obligados a salir de la secuencia occidental (Premodernidad, Modernidad, Posmodernidad, Apocalipsis) mediante la puesta en valor de múltiples cosmotécnicas. Esto es, cosmologías particulares, locales, que posibilitan el desarrollo de una tecnodiversidad. Hui evita coquetear con posturas antitécnicas como con la reacción identitaria, al tiempo que recorta su oponente en el transhumanismo. Su propuesta implica la fragmentación y la desviación como posibilidad para “romper con la convergencia y sincronización impuestas por la tecnología moderna para permitir que el conocimiento diverja y se diferencie”.

Fragmentar el futuro es una ontología del presente que pivotea entre la tradición filosófica europea sobre la técnica y la cosmología taoísta china. Pero ante todo es un programa (cosmo) político que tiene la urgencia de “desarrollar la tecnodiversidad como orientación hacia el futuro y como política de descolonialización”.

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